El polvo de los caminos de agosto cubrió moras y moreras. Los rayos de septiembre cayeron sobre higos e higueras. Los erizos cuelgan de los castaños con la promesa del otoño... y las promesas ya son realidades.
Uvas supervivientes de la vendimia llegan a nuestras mesas. Los abrigos de paño salen de los armarios, y los guantes desparejados de nuevo se emparejan. En algunas calles se ven ya cucuruchos de castañas calientes, quemadas, con un cierto regusto a carbón. La nariz pica, la garganta se irrita. El otoño entra en su plenitud.
La luz no se define, toda la jornada parece que va a cobrar fuerza el sol y, de repente, llega la noche. Todavía no cae, sencillamente viene llegando, discreta.
Vuelva la sopa de la abuela. Los cines se llenan, las bufandas se estrenan. Marrones y dorados, cobrizos, colores de esta era.
Una receta: romped un higo seco por la mitad, sin acabar de cortarlo, sin vaciarlo del todo, rellenadlo de queso fresco (vale el Philadelphia) y coronadlo con una nuez. Un vaso de vino caliente con un poco de clavo, un poquito de azúcar y, si os apetece, unas gotas de zumo de limón. Un buen libro. Música suave. Disfrutad de la tarde. Hasta mañana...
17.10.05
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2 comentarios:
De toda la vida...
... lo del giho y la huez se llama "casamiento".
Y es dulce casero navideño.
Ahora bien: con tres de ellos el extreñimiento dura tres días.
(Cosa de la que aviso por el vicio que me quedó de cuando uno iba para médico...).
(JCuadrado)
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Don Jesús
Gracias por la información sobre el nombre, no tenía ni idea de que se llamase "casamiento"... ni tampoco de las consecuencias que tiene (ahora me explico unas cuantas cosas...)
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