10.10.05

In the Zone

Señoras y señores, en el final de la segunda temporada de El Ala Oeste, y en el principio de la tercera, Jed Bartlet está In the Zone. De vez en cuando los angloparlantes se sacan de la manga un neologismo lleno de felices aciertos, capaz de resumir en dos o tres palabras esa sensación que todos conocemos pero que tanto nos cuesta definir. In the Zone es uno de esos ejemplos.

Michael Jordan estaba 'In the Zone' la noche que le cascó cincuentaypico puntos a los Celtics de Larry Bird. Ronaldinho estaba 'In the Zone' en el momento en que se sacó de la chistera el golazo que le cascó al Chelsea en Stamford Bridge la pasada Champions... Y Martin Sheen/Josiah Bartlet está allí mismo, en pleno corazón de la Zona, en los capítulos a los que me refería hace unas líneas.

La Zona es ese lugar en el que sabes, con cada fibra de tu ser, que algo va a salir bien, cuando eres uno con lo que te rodea, cuando estás convencido de que no te puedes equivocar, estás tocado por la mano de algún ser superior (Florentino excluido, por supuesto) y disfrutas de unos segundos, quizás minutos o hasta horas, de pleno control de la situación. Un poco como una especie de trance, como lo que le ocurre al personaje de Nicholas Cage en la infame 60 Segundos, cuando se pone a cantar justo antes de dar un golpe, estableciendo una conexión primaria y primordial con los aspectos más ocultos de su ser, con los principios básicos de la realidad.

En el momento en que Josiah Bartlet lanza su discurso en plena catedral de Washington está entrando en esa Zona, y se mantiene allí durante varias semanas. Cuando da la rueda de prensa con la que acaba la segunda temporada, empapado como está, casi casi lleva al espectador a la Zona con él. Te hace recordar lo que se siente en esos momentos. Y arrastra a parte de su equipo.

C.J. se agarra los machos y da toda una lección de política, un golpe de timón que le permite dejar de estar dando bandazos y resarcirse de (casi) todos los errores del pasado. Pero Toby, Sam y sobre todo Josh (el ya no tan infalible ni resabiado Josh) no saben muy bien cómo reaccionar. El presidente que ellos ayudaron a crear les demuestra que es capaz de elevarse por encima del común de los mortales a voluntad, que es capaz de crear una sinfonía perfecta él solo, casi sin acompañamientos.

Sheen se come la pantalla cada vez que aparece en alguno de esos capítulos, eleva el tono de la serie hasta cotas insospechadas, mantiene un crescendo constante y armonioso a la vez. Enfrentado a su propia familia, distante de sus empleados, enfrentado con todo el mundo y parte del extranjero, se arremanga la camisa y se comporta como un director de orquesta enloquecido, capaz de extraer armonía del caos más absoluto mientras se regodea en él.

Leo McGarry, el jefe de personal de la Casa Blanca, se convierte en una especie de Dr. Frankenstein, asombrado al ver a su monstruo convertirse en una especie de cisne... no, en una fuerza de la naturaleza que disfruta ante la confrontación que le espera. Bartlet entra en la Zona y no hay quien le pueda sacar.

'Screw it, Leo' -le dice en la granja de Manchester a su amigo- 'It's game time. Let's go'

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