30.9.05

Vuelta a la Galia

Vuelta al tebeo. Hoy tres breves apuntes más relacionados con Astérix y Obélix, que parecen ser los amos absolutos de este entorno francobelga (por lo menos estas semanas).

En primer lugar algo que había olvidado mencionar el otro día: en Bruselas hay un buen número de paredes decoradas con murales de los más variopintos personajes de BD dibujados por sus autores, y, desde el fin de semana pasado, el número 33 de la Rue de la Buanderie. Habrá fotos tan pronto me pase a verlo.

En segundo lugar, acaba de salir una edición especial de sellos de Astérix (valor facial de 0,60 € y emitidos por La Poste belga) que se pueden adquirir también en un librito conmemorativo especial publicado por el Centre Belge de la BD. Son cerca de cincuenta páginas con textos sobre Astérix y su mundo (no confundir con el de Esther), una historia corta de ocho páginas con guión y dibujo de Goscinny y Uderzo e Idéfix de protagonista, y varios extras más. Precios: 27 € la edición normal y 78 € la de lujo, que tiene un lomo distinto y un par de pequeños desplegables de la aldea en el interior, entre otras cosas.

Y por último, una exposición titulada Le monde miroir d'Asterix, abierta del 22 de septiembre de este año al 16 de enero del 2006 en Tour & Taxi, un recinto de Bruselas que suele albergar exposiciones. Esta en concreto tiene una superficie total de 2000 m² y en teoría está dedicada a lectores de todas las edades. Repito lo dicho anteriormente, tan pronto me acerque por allí habrá crónica y fotos.

Nada más por hoy. En unas horas estaré volando hacia el noroeste, acompañado por el bueno de Bernie Rhodenbarr y por el último álbum de XIII (último hasta el momento y, por lo que dicen, penúltimo de la serie... ya veremos). Mañana os cuento.

29.9.05

Block en el blog

Después de varios días de galos, y por aquello de compensar, hoy cambio de formato y de continente: del tebeo a la novela (distintos formatos en los que contar historias) y de Europa al otro lado del Atlántico.

Lawrence Block es un muy prolífico escritor de novela negra al que empecé a leer hace relativamente poco (cuatro o cinco años) pero al que vuelvo con bastante frecuencia. Autor de varias sagas de personajes, hoy albergo aquí a uno de mis favoritos: Bernie Rhodenbarr, ladrón de profesión y, quizás, librero de vocación. O al revés, que nunca queda claro.

Bernie es un especialista en invadir hogares ajenos que vio la luz por primera vez en 1977, en la novela Burglars can't be choosers y llega hoy de visita a La Peonza porque estoy a punto de acabar el penúltimo (hasta el momento) de la serie: The Burglar in the Rye. No es, desde luego, la novela más original del mundo, pero sí muy divertida. Una de las constantes de la serie es hacer referencia a personajes u obras del cine, la literatura o la pintura y estructurar la acción conforme a esas obras o personajes (The Burglar who thought he was Bogart, The Burglar who painted like Mondrian...). En este caso concreto la referencia es El Guardián entre el Centeno (The Catcher in the Rye) o, más concretamente, su autor JD Sallinger, transformado aquí en un tal Gulliver Fairborn.

La novela parte con Bernie involucrado en un asesinato que por supuesto no cometió y del que a pesar de todo se convierte en sospechoso. A partir de ahí las cosas se embrollan cada vez más y se van haciendo cada vez menos inverosímiles y cada vez más repletas de referencias literarias. Y me da igual. Seguramente el final sea tipo Agatha Christie, con el protagonista desenmascarando al culpable y explicando cómo lo descubrió. Y, de nuevo, me da igual. Lo que me divierte de Block en esta serie de novelas con Bernie de protagonista es lo ácido y surrealista de algunos diálogos, lo extravagante de los personajes y lo bien que narra el tío. Lo que cuenta está trilladísimo en la mayoría de los casos, pero te lo cuenta de tal forma que aún así te divierte y hace que formes parte de la historia. Y eso es mucho decir.

No creo que se pueda definir a Block como un autor innovador en cuanto al argumento de ninguna de sus novelas pero tanto en esta saga como en la de las aventuras de Evan Michael Tanner (el veterano de la guerra de Corea al que un trozo de metralla transforma en insomne permanente) consigue entretenerme y hacerme reír, además de lograr que disfrute casi todos y cada uno de los diálogos que escribe. Si tenéis que hacer un viaje largo dentro de poco (o si sencillamente tenéis la oportunidad) os recomiendo que le echéis una ojeada a alguno de los libros protagonizados por Bernie. Es un excelente compañero de viaje.

28.9.05

La última entrega

En una última revisión me encuentro con estas dos imágenes que pueden ser interesantes. Arriba tenemos un ejemplo de gala disfrazada de las que pululaban por la Grand Place.

Y aquí abajo una foto más del Manneken, esta vez sin nadie delante. Ahora ya sí, esto es todo por hoy.



Las fotos que faltan

Como todavía soy novato en esto de los blogs no tengo muy claro el número de imágenes que puedo colgar por entrada, y ya que tuve problemas hasta ahora para colgar más de cuatro, pues las divido en dos entradas y punto. Ahí va la segunda parte


Empezamos con una imagen de los gigantes que os comentaba el otro día. Como dicen en Euronews (entre otros sitios) No Comment




A continuación tenemos al Manneken Pis disfrazado de Obélix. El que está delante soy yo, por aquello de que se vean las proporciones.


Y he aquí otra perspectiva de los gigantes



Más Astérix en Bruselas

Bueno, lo prometido es deuda así que aquí tenéis por fin las fotos de lo acontecido el fin de semana en Bruselas. Como me temía, la conjunción astral de una cámara desechable y un fotógrafo regular da como resultado que no haya muchas fotos medianamente presentables, pero ahí van, con comentarios y todo.


Aquí tenéis en primer lugar la típica casa gala, con la típica familia y la típica prima de Asurancetúrix tocando el arpa. Ah, y no, lo de la olla no era queimada... lamentablemente




Aunque el edificio pueda parecer parte de la fachada de la catedral de Santiago, en realidad es parte del frontal del ayuntamiento de Bruselas. Y sí, allí sí que había queimada... sólo que no pude probarla


He aquí al solitario y enhiesto menhir (qué bonito, dos palabras seguidas con 'h' intercalada). Sí, al igual que otros muchos yo también me acerqué a tratar de levantarlo.


Me olvidé de este pasatiempo en la crónica del lunes, y supongo que el despiste se debió a que sólo podían subirse niños. Anda que no me hubiese molado a mí hacer de Abraracurcix y subirme al escudo aunque fuese con dos porteadores de igual tamaño y no como en los cómics...


27.9.05

De meones y menhires

Llueve hoy en Bruselas. Mucho. Demasiado, y la lluvia me recuerda que ayer olvidé comentar otra de las joyas de la corona, el Manneken Pis vestido de Obélix (de niño).

El Manneken Pis es uno de los símbolos de la ciudad de Bruselas, la estatua de un niño meando que no levanta más de tres palmos del suelo. Después de casi cinco años por estas tierras sigo sin saber a ciencia cierta por qué el meón éste es un símbolo de la ciudad, pero lo cierto es que ya ni me lo pregunto. Lo aceptas como una extravagancia más y punto.

El caso es que, por si la estatua no es lo suficientemente ridícula de por sí, de vez en cuando la disfrazan de lo que se tercie, por lo general con resultados nefastos (la excepción se produjo el día que le pusieron la camiseta del Sporting de Gijón... claro que es imposible que nadie tenga pinta ridícula si lleva la camiseta del Sporting... Puxa Sporting... estoy divagando). A lo que iba, que este fin de semana decidieron disfrazarlo de Obélix de niño, aunque sin menhir.

Visto el resultado (que mañana compartiré con todos vosotros), casi que hubiese mejor que los disfrazaran de Idefix... por lo menos tienen el mismo tamaño.

26.9.05

Están locos estos belgas...

Buenas. Por razones que no vienen al caso estoy compuesto y sin cámara digital, así que voy a tener que esperar hasta el miércoles para poder colgar las fotos que saqué el sábado de la aldea gala situada en plena Grand Place de Bruselas... se siente. Eso sí, las que giran hoy dentro de mí son las palabras para describir el ambiente que en esa seudoaldea se vivía, así que ahí van.

Y es que están locos estos belgas. Locos porque tenían la posibilidad de hacer algo realmente impresionante con lo de la aldea y al final aquello tenía pinta de obra de teatro de fin de curso de los alumnos de segundo de magisterio. En fin, vamos por partes.

Lo primero que veías al llegar a la Grand Place era una empalizada no demasiado grande ni alta que servía como primer indicio de que allí detrás debía de estar la aldea. Al lado de la empalizada (digna por su perfección de un expositor de Leroy Merlin, por cierto) estaba una réplica de uno de los menhires de Obélix. Suena un poco triste, pero es de lo que más me gustó. Allí estaba el menhir, solitario, dando testimonio de la fuerza del galo y del poder de la poción mágica.

Un poco más allá estaba la entrada al pueblo galo, y, según pasabas las puertas del recinto, lo primero que veías era un bar a mano izquierda en el que se congregaban buena parte de los padres que habían decidido llevar allí a sus hijos a pasar la tarde. A la derecha estaba una casa típica gala (es un decir) con una familia (también típica gala) sentada en el césped y haciendo una especie de cocido unos mientras otros tocaban el arpa. Ya sabéis, la famosa tradición gala de tocar el arpa mientras se cocina (por cierto, eché de menos el árbol y la mordaza... por aquello de colgar a la arpista al lado de Asurancetúrix).

Algo más adelante estaba otra casa (a la que no te dejaban entrar) y dos torres de guardia (que como todo el mundo sabe están mejor en el centro del pueblo que en ningún otro sitio) en las que estaban apostadas varias cámaras de televisión. Y ya está.

Bueno, no, había cuatro o cinco juegos chorras y para de contar. Uno de ellos, el más popular, consistía en tratar de conseguir que un saco lleno de arena se elevase lo más posible y pasase por encima de una especie de listones... en el rato que pasé allí no hubo ni una persona que consiguiese pasar por encima de ningún listón, y sí tres o cuatro que recibieron un bonito sacazo en la cabeza. Igual a eso se refieren los galos cuando dicen que tienen miedo de que se les caiga el cielo encima...

Claro que lo peor estaba por llegar. Y lo peor fueron los gigantes y cabezudos de Astérix y de Obélix. Sólo había dos figuras, una, la de Obélix, muy bien hecha, y otra, la de Astérix, que era de vergüenza ajena. Parecía un proyecto de fin de curso de alumnos de octavo de EGB (o segundo de ESO o lo que sea). A ver si salieron bien las fotos y el miércoles podéis juzgar por vosotros mismos.

Sé que se hizo la queimada (en teoría la poción mágica de druidas del otro lado de los Pirineos... qué razón tienen), que tenía buena pinta y que había colas larguísimas para que te sirvieran un poco, aunque yo no conseguí probarla. Se habrán dado cuenta de que me caí en la marmita cuando era pequeño...

24.9.05

Chocolate, molinillo

Pues sí, hoy y por aquello de tener una deferencia para con este país en el que paso tanto tiempo, voy a hablaros de chocolate. Y no de un chocolate cualquiera, sino del que hacen en una confitería de la Place du Petit Sablon, en pleno centro de Bruselas, y de nombre Marcolini pese a no ser italianos.

Sé que va a sonar raro, pero en esta chocolatería son tan sumamente buenos que son capaces de hacer un bombón relleno de... aceite de oliva!!!! Y está tan rico que no paras de chuparte los dedos (y no precisamente porque acabes pringado).

En fin, que si venís algún día por estas tierras, los bombones de Marcolini son de lo último en chocolate... eso sí, a precio de oro. Por si se os hace la boca agua, aquí tenéis la dirección de la página web (en inglés, francés y nerlandés) en la que se incluyen hasta las últimas 'colecciones'.

http://www.marcolini.be

Charlie Wonka, échate a temblar...

23.9.05

El Ala Oeste

Lo reconozco, estoy enganchado. Por si no bastaba con mi adicción confesa a cómics, libros, figuritas y frikeríos varios ahora resulta que voy y me quedo colgado también con las series de televisión. Si esto sigue así, dentro de poco no tendré tiempo ni de dormir...

Total, que me llamo Diego y soy un friki (vaya sorpresa). Tan friki como para acercarme ayer a la FNAC y hacerme con la segunda temporada de El Ala Oeste de la Casa Blanca (A la Maison Blanche en francés, por si a alguien le interesa). ¿Que por qué lo hice? Fácil, porque la noche anterior me dio por quedarme viendo el final de la primera temporada y como la manera en que termina no se puede llamar un 'continuará' (o cliffhanger para los anglófonos) sino una putada (en el mejor sentido de la palabra), pues me quedé con las ganas de saber cómo acababa todo.

Iluso de mí. Tres capítulos más tarde ya sé cómo se resuelve el interrogante, pero también sé que hay tres o cuatro preguntas más que aún no tienen respuesta, y me temo que esta situación se va a prolongar casi casi ad eternum... Y lo que más rabia me da es que al principio no tenía puñeteras las ganas de ver la serie. 'Ya, ya' -pensaba cual inocentón- 'cómo que me va a enganchar una serie sobre las desventuras del Presidente de los USA. Seguro' A pesar de todo y en un momento de debilidad, decidí picar y ver un par de capítulos. 'Bah, no tengo nada mejor que hacer ahora mismo' -me decía- 'los veo, no me gusta, devuelvo la serie y a otra cosa'. Ja.

Los guiones están bien hechos, aunque en este último par de capítulos tienen un tufillo un poco más 'land of the free' que en la primera temporada, pero se lo perdono, y el reparto es muy bueno. Normalmente cuando veo una serie siempre acabo, de manera casi inconsciente, escogiendo a mi favorito, y en El Ala Oeste, después de 25 capítulos, no acabo de decantarme por ninguno. Quizás Sam Seaborn (Rob Lowe), o Toby Ziegler, o Josh, o Leo McGarry... vamos, que no lo sé.

Cada capítulo presenta de manera más o menos sutil un tema de debate, desde la financiación de la escuela pública en los USA hasta el uso de las armas de fuego o el interés de los jóvenes norteamericanos en política, y además lo hace de manera sutil y sazonándolo con dos toques de culebrón: uno, las relaciones entre los miembros del personal de la Casa Blanca y dos las relaciones entre los distintos grupos de presión, senadores, representantes y demás personajes que pintan algo en la política yanki. Que si me lío con ésta que no es la mejor compañía e influye en mi trabajo o que si el senador fulanito está en contra de zutanito porque una vez se metió con él...

En ocasiones dudas de si es una pelea de patio de colegio o enfrentamientos políticos de alto nivel... como si hubiese alguna diferencia aparte del grado de sofisticación con que se dice 'No te ajunto más'. Y a pesar de las dudas y demás, siempre me quedo con las ganas de ver cómo se resuelve la situación. Encima, te enseñan las cagadas que se pueden llegar a producir en política y cómo aquí primero paz y después gloria... y el sistema sigue funcionando.

Sólo dos peros le puedo poner a la serie. De momento todos son muy idealistas (aunque idealistas verosímiles) y no sé cuánto tiempo podrán mantener ese tono... de hecho, por lo que tengo entendido la serie se desinfla un poco en la tercera o cuarta temporada. Y el otro pero es una chorrada: estoy viendo la serie con subtítulos (otra confesión más) y me rechina un poco que mientras en el 'original' en inglés ponen sobreimpresionado, por ejemplo, que son las 11:30pm, en la 'traducción' al castellano ponen las 23:30. Eh, eh, que ya os había dicho que soy un friki, no me vengáis ahora con quejas. Que a los frikis nos pueden molestar las mayores chorradas, es nuestra prerrogativa...

Eso sí, ojalá existiese en algún lugar del mundo algún presidente la mitad de concienciado que Josiah Bartlet. Quizás así fuesen un poco mejor las cosas.

22.9.05

Ceniciento

Bueno, ya hay por ahí algo de viajes, algo de libros y algo de cómic, así que va siendo hora de que viremos hacia el cine un rato... por aquello de la variedad y un cierto movimiento. O sea, porque ahí me llevan mis giros.

Después de las fiebres otoñales y caducas de ayer, empecemos con una peli que no es que me haya apasionado precisamente: Ceniciento... perdón, Cinderella Man. Que se gire siempre sobre sí mismo y sin moverse del sitio no es algo malo por definición, pero que lo haga Ron Howard pues como que no me convence. La película cuenta la historia de la caída y resurgimiento de Jim Braddock, aspirante al título de semipesados de boxeo que se ve obligado a trabajar de estibador en el puerto tras el crack de la bolsa en 1929 y que consigue en 1935, y tras verse obligado a mendigar una oportunidad, ganar el título en la categoría de pesos pesados. Yupi. Bonita metáfora sobre la recuperación de los USA tras la Gran Depresión (como nos recuerdan desde la frase promocional de la peli, algo así como 'Cuando los EEUU estaban de rodillas él volvió a ponernos en pie') y superación personal y todas esas cosas tan bonitas que nos cuentan en los telefilmes de sobremesa de Antena 3. En fin, que más de lo mismo, que los combates no están demasiado mal rodados y Crowe no es mal actor (aunque a ratos echas de menos verlo en el ring con un teléfono en la mano, entonces sí que me daría miedo) pero el resto llega a aburrir, y mucho (Zellwegger incluida). Para acabar, dos cosillas más: una, de la familia Howard prefiero a Bryce Dallas, la ciega de 'El Bosque', que a Ron, que lo mejor que hizo en su vida fueron Willow y Splash, y casi de casualidad; y dos, que para conocer la historia del tal Braddock es mejor leer la sección de Perfiles en la contraportada de El Mundo Deportivo del viernes pasado, que te cuenta lo mismo de manera más amena y te sale más barato.

Harina de otro costal, para mi sorpresa, es La Isla. A pesar de las reticencias que me produce ver una película de Michael Bay, tengo que reconocer que me lo pasé muy bien en el cine, y no sólo por la presencia de Scarlett Johansson en pantalla (que influye, para qué lo vamos a negar). La historia me recordó relatos de Philip K. Dick o Aasimov (salvando las distancias) y aunque es cine de entretenimiento puro, está bien hecho y hasta resulta absorbente por momentos. Si no habéis visto la película o no sabéis de qué va, no voy a ser yo quien la comente ahora. No es que tenga grandes sorpresas argumentales pero la verdad es que al verla me di cuenta de que la hubiese disfrutado aún más si llego a entrar en el cine sin saber qué está ocurriendo ni cual es la premisa argumental. O sea, que no contaré nada del argumento y simplemente os recomiendo que vayais a verla si tenéis ganas de ciencia ficción en un futuro no demasiado lejano y sin muchas complicaciones. No está al nivel de Gattaca pero es una entrada que merece la pena pagar.

Y como estoy embalado (esto del movimiento, aunque sólo sea el de los dedos sobre el teclado, es lo que tiene) vamos por la tercera película del día, The Upside of Anger, cuyo título en castellano lamentablemente no sé... y no voy a buscar ahora. La verdad es que me gustó casi desde el principio esta especie de versión modernizada de Mujercitas con toques de humor negro. El reparto es genial, desde Joan Allen haciendo de madre alcoholizada hasta Kevin Costner haciendo de alcohólico a secas (y actuando un poco, para variar) pasando por las cuatro hijas: Erika Christensen (la hija de Michael Douglas en Traffic), Evan Rachel Wood (una de las dos protagonistas de Thirteen), Alicia Witt y la pesada de Keri Russell (la prota de Felicity y la más floja de todas en mi opinión). A estos seis los acompañan unos secundarios de traca, sobre todo el productor del programa de radio de Costner, interpretado por un Mike Binder que además guioniza y dirige todo el cotarro. Lástima que pierda un poco de fuelle al final, pero es de las que te dejan a gusto, sobre todo si vas a verla con tu pareja.

En fin, que definitivamente sí que es otoño y las pantallas de cine me llaman bastante... qué se le va a hacer, no siempre una peonza controla su rumbo. De hecho, más bien casi nunca lo logra.

21.9.05

Otoño

Pues eso, que ya está aquí la estación en que las hojas de los árboles forman remolinos cuando corres y giras por el parque (a menos que sean árboles perennes, claro). Que no es que se note mucho de momento, pero en estas tierras belgas un día te acuestas en pleno verano y al siguiente ya tienes que volver a echar mano del abrigo y a encender la calefacción.

Ayer, camino de la cena, que no fue ninguna maravilla, me encontré con cientos de libros en medio de la calle... ya no sólo se caen al suelo las hojas de los árboles sino que hasta tomos y tomos de medicina se arrastran por las aceras. La imagen era de lo más curiosa. Tarde noche, poca luz, paseo tranquilo para abrir el apetito (la cuerda enroscada sólo hasta la mitad de la peonza) y al doblar una esquina cientos de tomos encuadernados en cuero apilados en medio de la vía.

Ojeada rápida para descubrir un tomo de Revue Medicale de la Tuberculose de 1972, otro de American Review of Lung Disease y varios cientos más de títulos parecidos. La mente impresionable de la peonza se deja llevar y antes de que me dé cuenta estoy carraspeando y tosiendo un poco. Desde luego, ya es otoño.

20.9.05

Volare, oh oh

Pues sí, ya que de viajes y giros va la cosa, ahí tenéis la dirección de una compañía de bajo coste que acabo de 'descubrir' y que no tiene mala pinta.

http://www.helvetic.com

En este caso, para volar principalmente a Suiza y sureste europeo, pero bueno, nunca se sabe dónde nos van a llevar nuestros pasos, digo yo. Eso sí, antes tendréis que llegar al centro o sur de la península, que lo que es en el noroeste...

Y por aquello de pasar a los tebeos, recomendaros encarecidamente el Depths de Paul Chadwick. Nueva recopilación de Dark Horse de algunas de las primeras historias de Concrete (y un par más autobiográficas). Blanco y negro pulcro y preciosista e historias entre intimistas y casi hasta de acción... en fin, una mezcla curiosa y muy atractiva. Además es un buen punto para engancharse a Concrete ya que en el tomo se cuenta el origen del personaje e historias casi inéditas.

Se acabó la calma por hoy. Esta noche vuestra peonza favorita se irá girando y girando hasta un restaurante thailandés llamado Noi... la crítica gastronómica la dejamos para mañana, por aquello de ir abriendo boca.

19.9.05

Primera parada

Se acaba otro día de trabajo y la ilusión de los primeros momentos me lleva a escribir otra entrada... la peonza se detiene un momento y cae en sus manos Bautismo de Fuego, quinto tomo de la saga de fantasía de Andrej Sapkowski. Dos giros rápidos y se acabó el libro...

Deja una estela de agradable recuerdo. No es tan brillante como los dos primeros (los de relatos cortos) pero gana impulso hacia el final, te deja con ganas de más. Desde luego, mejora el nivel del cuarto de la serie, el más flojo hasta el momento en mi opinión.

La cuerda se enrosca de nuevo a mi alrededor... el mundo vuelve a dar vueltas... hasta la siguiente parada

A girar

Tarde de otoño en Bruselas, lluvia y sol intercalados y no se me ocurre nada mejor que darte la bienvenida, lector, a esta peonza... no sé si girará mucho tiempo, veremos donde se detiene y qué nos cuenta de sus viajes. Quédate, y espero que no te marees...