8.11.06

Banderas de nuestros padres

Vaya por delante que soy un incondicional de prácticamente todo lo que haga San Clint Eastwood, digno merecedor de ocupar muchos altares cinematográficos ya desde sus colaboraciones con Sergio Leone. Y no, no lo digo para justificarme porque vaya a despedazar la película ni porque no me haya gustado. No. Lo comento para que sepais de qué pie cojeo.
Vale, una vez resuelto eso, lo primero que hay que saber es que ésta no es una película de guerra. Sí puede ser una película bélica, pero no de guerra.
Cierto, hay escenas de tiroteos, el desembarco en el atolón de Iwo Jima y muchos tipos con uniforme. Pero no es una película de guerra. Es más bien una película acerca del poder de la propaganda, de los mecanismos de los gobiernos para hacerse con dinero, de cómo afecta la fama y de cómo se logra. De casualidades y cómo lidiar con ellas.
Es una historia acerca de la necesidad de la administración norteamericana de vender los esfuerzos bélicos de la Segunda Guerra Mundial al público estadounidense (hmmm... la necesidad de tratar de convencer a un pueblo de la pertinencia de un conflicto... ¿de qué me sonará eso?¿habrá alguien que se encuentre en igual situación hoy en día?). Acerca de símbolos que unan voluntades (da igual si son falsos o no, si -en este caso- la foto era un montaje o no), acerca de la necesidad de referentes... y de qué pasa cuando esos referentes son seres de carne y hueso.

Las dos horas y poco de película pasan volando, ni te enteras. Los tres personajes principales están muy bien construidos, aunque quizás el de Ryan Philippe sea el más arquetípico de todos, el más heroico. Del resto se ven las miserias y carencias, y el doctor al que Phillippe da vida es casi demasiado perfecto en ocasiones... algo lógico si se tiene en cuenta que la película está basada en el libro escrito por el hijo del médico al que Phillippe interpreta.
Como siempre en las películas de Eastwood (bueno, en casi todas), se lanzan estímulos al espectador que suelen quedarse dando vueltas en la cabeza. No se juzga a los personajes, ni se les justifica. Se presenta una situación, una historia que lleva dentro multitud de ideas y situaciones, reflexiones sobre el comportamiento humano en situaciones límite, distintas actitudes ante los mismos acontecimientos. No llega para mi gusto al nivel de Million Dollar Baby, pero aún así merece muchísimo la pena.
Y ahora a esperar hasta la primavera, a ver qué nos cuenta Eastwood sobre la versión nipona de esta historia. Es el primer director norteamericano que se atreve a tratar de reflejar el punto de vista japonés, y siento muchísima curiosidad por ver qué nos cuenta. No se me ocurre qué mejor elogio podría dedicar a alguien que se gana la vida contando historias.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy deseando verla. Me temo que habra mucha gente que creera que es una pelicula de guerra, pero la publicitan asi, la verdad.

Diego dijo...

CP
Je, sabía que serías uno de los que se mueren de ganas por verla. No creo que te decepcione, la verdad, pero igual quien vaya al cine pensando que va a ser una bélica si que se lleva un chasco. Esto no tiene nada que ver con el Sargento de Hierro ni nada por el estilo...

Jorge Iván Argiz dijo...

Muy interesante post. Yo la veré tan pronto como la estrenen aquí.

Diego dijo...

Jorge

Pues lo dicho, no es la peli más redonda de Eastwood, pero merece la pena.

chuslebra dijo...

Si es de Clint es buena.
Me trague hasta los putos Puentes de Madison solo porque salía él, y se pasó toda la peli sin pegar un solo tiro.
Así que está claro que tambien veré esta.

Diego dijo...

Chuslebra

Pocas veces he estado más de acuerdo contigo que ahora. 'Si es de Clint es buena'.