Hace años que trato de no viajar sin tener por lo menos un libro que me haga compañía. De hecho la situación ideal de viaje es con un libro, un par de cómics, el portátil con batería a tope y alguna serie de televisión que esté bien... pero a lo que íbamos, que no me gusta viajar sin tener algo con lo que pasar el rato en caso de retrasos, cancelaciones y demás.
Así que cuando llegué el viernes pasado al aeropuerto con algo de tiempo antes de que saliese mi vuelo, me pareció que no sería mala idea lo de echar una ojeada en uno de los kioscos a ver si encontraba algo que mereciera la pena. Por lo general, por cierto, tiendo a no hacer caso a las frases publicitarias del tipo 'Te reirás en voz alta al leerlo' o 'Lo más divertido desde los hermanos Marx'. No sé si será que soy raro en ese sentido o qué, pero lo cierto es que esos libros que se supone son la bomba y que te arrancan carcajadas casi nunca me hacen ni sonreír.
Pero el viernes pasado hubo una portada que me llamó mucho la atención. Concretamente, ésta
Me leí las críticas de la contraportada y estuve a punto de dejarlo otra vez en el estante. Ya estaban otra vez con lo de 'Te reirás en voz alta'. Buf. Claro que no tenía nada más que leer, así que...
Cómo me alegro de no haberlo dejado. Bill Bryson, el autor (un desconocido para mí hasta el viernes, lo confieso... aunque un rápido googleo me desvela que ya lleva bastante tiempo juntando letras) tiene una prosa ágil y rápida, un sentido del humor cáustico y una sorprendente capacidad para compaginar datos y cifras con vivencias personales, interrelacionando unos y otras hasta lograr un fresco vivo y muy, muy divertido de lo que sea que está describiendo. En este caso concreto, los Estados Unidos de su infancia, de los años cincuenta. La visión de primera mano de un chaval que creció en pleno desarrollismo estadounidense, en la década de la energía atómica por todas partes, de las películas de serie B a Z, del auge de la televisión (y las primeras series), en un tiempo en que, como bien dice el autor, parece que nada podía hacerles daño. En que no había ni la décima parte de mecanismos de protección que existen hoy en día, en que la gente entendía que hacerse daño de vez en cuando forma parte de la vida y no se obsesionaban con algunas de las chorradillas que nos preocupan hoy.
Y todo esto salpicado con anécdotas personales. Algunas realmente hilarantes. No sé si me atrevo a escribirlo... 'de las que te hacen reír en voz alta'. De verdad. Si no me creéis, haceos con alguno de sus libros. Y luego hablamos...
27.6.07
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7 comentarios:
Pues habrá que creer en tu palabra,porque desde luego la portada no es de las que invitan a correr para conseguirlo,y el autor,pues me pasa como a tí,desconocido total.Saludos desde el sur
Yo si hubiese visto esa portada hubiese salido corriendo :D
ACTUALIZAAAAAAAAAAAAAAAAA
Ya nadie se encarga de este blog?
Si Jorge, lo lleva un funcionario :p
Y estará de vacaciones,fijo,o de baja,esperando las vacaciones:)
Julkillo (1)
Fíate, que te reirás. Y no es tan horrenda la portada ¿no?
Jorge (1)
¿Hacia ella o en dirección contraria?
Jorge (2)
Hechooooooo... y hasta he respondido a los comentarios...
Jorge (3)
Sí, yo.
Sportinguista
Sin insultar, ¿eh? Free-lance, y a mucha honra ;)
Julkillo
Auch. Y no, aún no estoy de vacaciones :P
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