10.1.06

La entrada (expo de Little Nemo)

Poder ver de cerca, en vivo y en directo, originales de Little Nemo de Winsor McCay no es algo que pueda hacer todos los días, desde luego, pero es que poder verlos en una casa de 1893 (un poquito más antigua que los originales, vamos) diseñada por Victor Horta era una tentación demasiado grande como para que pudiese resistirme. Total, que justo antes de las vacaciones de Navidad me acerqué por el 256 de la Chaussee de Haecht, dispuesto a dejarme sorprender por las plancas de McCay... y lo primero que me sorprendió fue la casa, la Maison Autrique, encargada por un industrial del mismo apellido (Autrique, claro está) a un joven arquitecto llamado Victor Horta, que acabaría por convertirse en uno de los más destacados de su generación en toda Europa y que se convertiría en el representante por excelencia del Art Noveau en Bélgica.

El edificio sorprende desde que se ponen los pies en él, tiene ese aire de casa antigua, sacada de una serie de la BBC (algo tipo Arriba y Abajo, para entendernos) pero también una cierta atmósfera un poco onírica que le va a las mil maravillas a la exposición. En la casa la madera se retuerce en formas un tanto extrañas, los pasillos se convierten en improvisados laberintos y las puertas te llevan de nuevo a la salida cuando menos te lo esperas.

Así que, cautivado por el edificio, decidí deambular por él antes de ponerme a buscar los originales (no penséis que se trata de una exposición al uso, las planchas de McCay salpican los rincones más insospechados de las paredes, igual que los homenajes que le rinden autores como Moebius, Mattotti o David B.). Y empecé por donde siempre he oído que debe de empezarse una buena casa: por los cimientos. O, en este caso, por las cocinas, bodega y lavandería.


Como podéis ver en estas fotos, las cocinas están casi en el mismo estado en que debían estar a principios del siglo XX, y en cualquier momento esperas que se abra una puerta y entre una doncella con su uniforme y cofia trayendo los platos del señorito, o que surja de la nada un mayordomo de camisa almidonada, cara circunspecta y bandeja con decantador lleno de un buen coñac.

Claro que también es posible que no sea necesario subir las escaleras cargados con el desayuno de la familia... para qué si no existen montacargas tan prácticos como el de la foto.

En la lavandería hay incluso camisones que parecen de época, casi casi iguales que los que el bueno de Nemo se pone antes de viajar a Slumberland... Ojalá pudiésemos ir con él.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿no hay fotos de los originales deMcCay?


¿y un catálogo?

¿Hay alguna posibilidad de que acabemos viendo esa exposición por debajo de los Pirineos esos?

fcnaranjo dijo...

Justo lo que yo iba a preguntar.

Pero vamos, que no me quedo sin decirte que me matas de envidia, Diego... Agh!!

Anónimo dijo...

Si viniera aquí... ¿se traerían la casa?
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Diego dijo...

Al Editor Breve

Alguna hay, y las colgaré hoy o mañana... el caso es que estaba prohibido sacar fotos en toda la casa, y tengo que reconocer que me sentí un poco mal ya sacando las que saqué como para atreverme a sacar más. Catálogo sí que no había, lamentablemente, y en cuanto a la posibilidad de verlo por debajo de los Pirineos... ojalá. A ver si alguien se anima a traeerla...

Sr. Naranjo, espero que por lo menos sea una muerte medianamente dulce...

Don Jesús, en cualquier otra circunstancia le diría que no, pero tratándose de una casa diseñada por Horta y que alberga originales de McCay, pues no me atrevo a ser tan categórico, la verdad.

De todas formas, sean los tres bienvenidos de nuevo por aquí... y feliz año.