3.1.06

Despidiendo la Navidad

Pues sí, que ya va siendo hora. Ya sólo quedan los Reyes y después, a trepar cuesta arriba... o, mejor aún si podéis, subid la de enero dando un paseíto, que dicen que es bueno para el corazón. De todas formas, no hablaré hoy de paseos, sino de bolas de Navidad del tamaño de un ser humano y plazas que se convierten en teatros navideños. La Grand Place de Bruselas concretamente.

El caso es que esta plaza se suele convertir en escenario vivo de los más inopinados acontecimientos, desde las alfombras florales que la adornan algunos años en la época de Pentecostés hasta recreaciones de tan diversos lugares como la aldea de Astérix (si os interesa tenéis las fotos en el archivo, en el mes de octubre, si mal no recuerdo). Pues bien, desde hace años también acoge un belén y decoraciones navideñas de todo tipo... y cuando digo de todo tipo quiero decir de todo tipo. En los cuatro o cinco años que llevo pasándome por allí siempre me encontré, con perdón, con auténticas horteradas. La virgen, el niño y San José eran maniquíes sacados de la más cutre tienda de los años setenta (tanto era así que te hacía pensar que el villancico aquel de 'en el portal de Belén han entrado los ratones y al bueno de San José le han roído los calzones' era reflejo de la realidad... por lo menos considerando el estado de la ropa del maniquí), y al lado del portal había figuras de plástico de vacas de los más distintos colores, iluminadas desde el interior con bombillas de distinta potencia. En fin, sé que me fallan las palabras para describir la escena, baste con que os hagáis a la idea de que es una auténtica aberración.



O, mejor dicho, lo era. Lo cierto es que con los antecedentes ya expuestos os podréis imaginar que no es que tuviese muchas ganas de pasar por allí para ver más de lo mismo, y este año me llevé una sorpresa. En lugar de las vacas plásticas y sicodélicas y en un alarde de buen gusto, este año Electrabel (la principal compañía eléctrica belga y patrocinadora de todo el tinglado) decidió transformar parte de la plaza en una especie de gigantesco árbol de Navidad, un abeto de adoquín salpicado de bolas y luces...

Lo ya descrito se veía acompañado de un espectáculo audiovisual proyectado sobre la fachada del ayuntamiento de Bruselas en el que se recogían referencias a los 25 estados miembros de la UE y sus tradiciones más destacadas. Sí, todo de lo más políticamente correcto (nunca mejor dicho) pero, la verdad, a mí me gustó...

4 comentarios:

chuslebra dijo...

¿Lo de las vacas de colores podía ser un homenaje a la vaca de Milka, o simplemente un desvario de diseñadores psicotrónicos?

Diego dijo...

Nah, yo creo que va a ser culpa del chocolate belga :P

Jorge Iván Argiz dijo...

Y yo que apuntaba más en la dirección de las "vacas locas"....

Diego dijo...

Hombre, no descartemos tampoco esa vía de investigación, amigo Jorge...