5.1.10

El Nombre del Viento

Entretenido con las novelas de Charlaine Harris (en las que se basó Alan Ball para crear True Blood), atascado con Dice Man de Luke Rhinehart y un tanto cansadete de Invisible de Paul Auster (aunque me está gustando más que sus dos últimas novelas...) hay un libro que no puedo dejar de recomendaros: El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss. Fantasía de la buena, equiparable a Canción de Fuego y Hielo (y empiezo a temer que con un ritmo de publicación semejante al de George R.R. Martin, aunque por suerte en este caso se trata de una trilogía y no una heptalogía).


¿La historia? La biografía de un tipo que parece afrontar la recta final de su vida, alguien que ha vivido y visto de todo, capaz de dominar los elementos a su antojo, de enfrentarse a amenazas cuyo simple nombre aterrorizan a cualquiera... así, de primeras, seguro que a algunos os suena a más de lo mismo. Y es verdad, pero no. No sólo es más de lo de siempre, es algo más, algo que no cae en topicazos y sí tiene un tono decadente, de ocaso. Tono frío, gris y amargo, de guerrero viejo y resabiado pero aún con un punto de inocencia. De héroe con todas las de la ley, de los de biografía llena de batallas, cicatrices y amores (o gran Amor, nunca se sabe). De posada de carretera y posadero que es mucho más de lo que parece. De alguien que lo tuvo todo, absolutamente todo, que bebió la vida a tragos desmesurados y poco a poco se está quedando sin nada. De nombres susurrados y canciones cantadas a pleno pulmón, con los ojos empañados por el calor, el alcohol y el humo de una taberna enorme y bien iluminada.


Un relato lleno de magia en todos los sentidos, con gestas de todos los tamaños y donde el héroe no sale nunca indemne, más bien todo lo contrario. Cada batalla, gane o pierda, le va costando un pedazo de su ser y el lector ve la cicatriz mientras aún se está formando. Es una novela de fantasía, sí. Y de la buena. De la que atrapa en el ritmo de sus palabras, de la que nos lleva a cuando jugábamos a guerreros y princesas y nos devuelve, de golpe, a momentos mucho menos agradables.

En definitiva, una de las lecturas que más he disfrutado el año pasado. Uno de esos autores a los que pienso seguir haga -casi- lo que haga. Por lo menos de momento...

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