25.5.07

Croacia 5

El sábado fue lo que tenía que ser. Un día de relax total y absoluto. No podía ser de otra manera, de verdad, no si te levantas por la mañana y lo que ves desde la habitación del hotel es esto



Bueno, eso es lo que se veía si echábamos la vista al frente. Si mirábamos hacia abajo, veíamos esto



Y en esa piscina estuvimos haciendo tiempo hasta que fue bajando, poco a poco y en muy distinto estado de forma, todo el mundo. Por cierto, que os aseguro que pocos espectáculos más apabullantes he visto en mi vida que Esad haciendo una 'bomba' para tirarse al agua. Salpicó hasta el bar del hotel...

Cuando por fin nos decidimos a bajar a la playa, todos se preocuparon por advertirme de que el agua estaba helada, que no era normal a estas alturas del año, que menuda pena que no pudiese disfrutar del Adriático (la parte del Mediterráneo, por cierto, con el agua a mayor temperatura). Un chasco, vamos. Hasta que me dio por acercarme a la orilla. Yo entiendo que, para alguien acostumbrado al Mediterráneo, el agua pudiera parecer fría, pero, coño, que yo me he bañado desde pequeño en la costa gallega, en playas que dan al Atlántico y que, aunque son preciosas, en ocasiones hacen que salgas de color azul incluso en pleno mes de agosto. La playa de Makarska era casi como una bañera. Y, ante la incredulidad de los locales, me tiré de cabeza a aquellas aguas transparentes. Menuda gozada.

La siguiente sorpresa, después de la de la temperatura del agua, fue el grado de salinidad. Casi no costaba esfuerzo alguno hacer 'el muerto'. La concentración de sal es tan elevada que prácticamente te empuja hacia arriba. Buf. Las dos de la tarde, un sol suave, los ojos cerrados, los brazos extendidos, la punta de los dedos de los pies sobresaliendo en la superficie, el agua en los oídos, aislándome del mundo... el paraíso.



Y después de una mañanita en la playa, qué mejor que un pescado a la plancha junto al mar. Ñam. La mejor lubina que he comido en muchísimo tiempo. Si alguna vez vais por Makarska (nunca se sabe) tenéis que ir al Restaurante Victoria y probar la lubina. Ya me lo agradeceréis...



Por cierto, que toda esta zona de la costa está perfectamente resguardada por las montañas a su espalda y una cadena de islas al frente. Es como una franja de agua azul y muy salada en la que casi no se ven olas, ni movimiento. Calma chicha. Vale que la falta de viento y olas implica que tampoco hay mucha erosión y más que arena te encuentras con auténticos guijarros, pero bueno. Acercarte a un pantalán, darte la vuelta y ver una cordillera que casi parece que avance hacia ti impresiona mucho



El resto de la tarde lo pasamos de terraza en terraza, charlando, buscando rakia de la buena (¡la encontré! Sí, sí, de la que tiene la pera dentro de la botella), haciendo bromas, una visita rápida al salón para la charla de Matt y Giulia... Dejé la maleta hecha al salir del hotel, y después de cenar nos fuimos al mismo garito de la noche anterior, aunque no lo parecía. De la tormenta del viernes por la noche a una cálida brisa el sábado, con proyección de imágenes en una pared en la calle, música croata, unas cuantas copas, Esad y Mish (creo que se escribe así el nombre) llamándose 'Comandante' (en castellano en el original) el uno al otro... malditas las ganas que tenía de largarme.



Pero había quedado a las cuatro de la madrugada con el taxista que tenía que llevarme a Split. En un principio Esad me había asegurado que habría alguien de organización para acercarme al aeropuerto, pero yo tenía claro que iría en taxi. Como es lógico. Así que reservé uno para las cuatro de la madrugada, como os digo, y me despedí de mis compañeros de viaje de los últimos cinco días. Maldita sea, cinco días nada más pero anda que no me costó marcharme. Eso es lo bueno de los viajes. Descubrir cosas nuevas aunque suenen a conocidas, verte en situaciones diferentes, conocer otras culturas (y gastronomías, y bebidas, y...) Por eso me gusta viajar.

Esas eran mis reflexiones de madrugada durante el trayecto en taxi (mientras charlaba en alemán con el taxista...). Y las del vuelo de vuelta de Split a Zagreb y de Zagreb a la supuesta capital de Europa...

4 comentarios:

Jorge Iván Argiz dijo...

¿Volvías a Gijón?

Diego dijo...

Jorge

No, no, a Bruselas. Fíjate que decía 'a la supuesta capital de Europa'. No a la de verdad (que a su vez tiene su centro neurálgico, como todo el mundo sabe, en el templo del Molinón)...

chuslebra dijo...

Que fuerte me parece que siendo gallego digas que la mejor lubina que has probado haya sido en Coracia.

Diego dijo...

Chuslebra

Pues sí que suena fuerte, sí. Pero es la pura verdad...