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Por fin he conseguido este fin de semana, tras ir devorando poco a poco los capítulos en ratos libres, acabar de ver la segunda temporada de Galáctica. De la versión actual, ojo, que no la de los años ochenta. Por si acaso.
La de hace veinte años marcó algunos de los juegos de mi infancia (siempre quise ser Dirk Benedict, capaz de dar vida a Starbuck primero y a Fénix -por cierto, que el mote original del personaje era 'Face' o 'Faceman'- después en el Equipo A... los dos paradigmas del caradura en la televisión de los años ochenta), pero no aguanta el paso del tiempo. Volví a verla hace un par de veranos y me dio casi vergüenza ajena. Por eso no afrontaba yo con muchas ganas este 'remake'. Qué equivocado estaba.
Siguen ahí los conceptos básicos que me llamaron la atención: la lucha de la humanidad por la supervivencia, los conflictos morales (aunque en aquel entonces no acabase de entenderlos); la presencia de una amenaza constante, la búsqueda de un nuevo hogar (como Marco), unos robots cabronazos, los Cylones (pero mucho más inteligentes en esta versión, menos mal) y un cierto tufillo seudoreligioso/místico que no sé si me gusta o me harta (como los tebeos del Dr. Extraño). Un poco de todo, como en botica.
Y con la ventaja de que se profundiza en las relaciones personales, que los personajes tienen unos parámetros de actuación más o menos predecibles que, aunque a veces se note que son estereotipos que sirven como excusa para el desarrollo del argumento (véase por ejemplo el caso del Coronel Tigh), suelen estar bien construidos. En fin, que es una actualización bien hecha (no como lo de Byrne con Spider-Man hace unos años).
La primera temporada acaba con revelaciones bastante interesantes con respecto a la naturaleza de un par de personajes y con un continuará de los que te dejan mordiéndote las uñas. El tono al principio de la segunda temporada es de respeto hacia lo hecho hasta el momento, sin acelerar demasiado las cosas -pese a quien pese, porque hay a quien le parece demasiado lento- y transmitiendo esa sensación de agobio a las mil maravillas. Se siguen recogiendo elementos de la serie original (las profecías, la búsqueda del camino a la Tierra -no sé yo si vendrían si supieran lo que les espera aquí-, la amoralidad de Baltar) y al mismo tiempo se presentan nuevos personajes, nuevas situaciones, nuevos atolladeros morales que no tienen fácil solución (menos Starbuck, claro, que tanto en una serie como en otra opta por la solución de tirar palante sin importarle las consecuencias... una de sus frases memorables es la respuesta que da cuando le preguntan 'Y ahora qué'... 'Ahora haremos lo de siempre, seguir peleando hasta que no podamos más').
Pero empieza a notarse a ratos un cierto agotamiento. Hacia la mitad de la temporada empiezan a marear la perdiz en algunos capítulos y, de repente, aceleran al final de una forma bastante exagerada, casi como si necesitasen una excusa para otro continuará impactante. Pues vale. Pero creo que no hacía falta. Exageran un poco en esta segunda temporada el componente religioso, volvemos a ver Caprica -pequeño spoiler, por cierto- y asistimos a una serie de decisiones de los protagonistas que son, como poco discutibles. Los protagonistas no son héroes de una pieza ni infalibles, la cagan como todos. Solo que les tienes un poco más de cariño, claro, que para algo son los protas.
En fin, que tengo ganas de ver la tercera temporada. Que espero que remonte un poco el nivel en comparación con el final de la segunda (por acelerado más que nada) y que puedo entender que Baltar esté enamorado de la señorita de la foto de aquí arriba. Como pa no estarlo...