29.11.05

Auster y Cercas


Los tebeos, la literatura fantástica y la novela negra son tres de mis grandes aficiones (como si no se notase) pero como no sólo de pan vive el hombre de vez en cuando hay que variar. Hoy traigo a La Peonza a dos escritores, uno que me gusta mucho y otro que no tanto, que me parece una versión un tanto diluida del primero: Paul Auster y Javier Cercas.

Cercas es un autor que cobró mucha fama hace pocos años con un libro titulado Soldados de Salamina acerca de la investigación de un joven escritor que sigue los pasos de un exiliado que, en la Guerra Civil, perdonó la vida a uno de los grandes teóricos del fascismo español. Auster es, sencillamente, el autor de uno de los mejores libros que yo he leído nunca, aunque sea una trilogía. La de Nueva York concretamente.

Por pura coincidencia (y porque he vuelto a viajar bastante esta temporada, y hace años que no me subo a un avión sin tener por lo menos un libro que me haga compañía) acabo de leerme seguidos La velocidad de la luz, la última novela de Cercas hasta ahora, y Brooklyn Follies, que es la obra más reciente de Auster. En las dos el protagonista es un escritor que no quiere serlo. En ambas (como en todas las novelas de Auster, por otra parte) el azar desempeña un papel muy importante, igual que la muerte. Tanto en una como en otra hay niños que ocupan un lugar destacado en la historia, y las dos son un canto a la literatura.

Las dos indagan en los sentimientos de culpa (más Cercas que Auster), en la búsqueda y reconstrucción de la identidad, en la literatura como vía para reencontrarse consigo mismo, para llegar a la paz interior. Las dos parten de una situación relativamente cotidiana y se embarcan en una exploración de los aspectos menos habituales de esa cotidianeidad, en la navegación por el río de la vida, aunque con resultados bastante dispares. Auster llega a recordar a Capra por momentos –aunque pocos, cierto- y Cercas me deja bastante frío.

Auster se repite en ocasiones, pero sigue siendo capaz de evocar sentimientos y sensaciones comunes en casi todos sus lectores. Desmenuza elementos intrascendentes casi del día a día y provoca una familiaridad casi inconsciente en sus lectores. Por extraordinarias que parezcan las situaciones o personajes puedes identificarte con ellos al menos en un nivel primordial. Y eso con Cercas no me pasa.

Para acabar, y aunque no lo necesite porque el KO es rotundo, he aquí otro detalle que haría que Auster ganase en este combate literario que me he montado hoy (siempre y cuando el juez lector fuese un friki, claro): el apellido de dos de los personajes secundarios de más peso en Brooklyn Follies es Mazzucchelli… ¿os suena?

2 comentarios:

David Fernández dijo...

Auster me encanta, me hipnotiza. Sus libros son muy especiales.

Hace muy poquito le dediqué un post en mi blog. Quizás te interese:

http://aquihueleaazufre.blogspot.com/2005/11/paul-auster-el-azar-como-parte-de-la.html

Un saludo!

Diego dijo...

Leído el post... y efectivamente, me interesó. De hecho me gustó ver que hay puntos en común en el análisis (si es que de análisis se trata y no de desbarre, por lo menos en mi caso) que hacemos de la obra de Auster. Un saludo