Vamos recuperando el aliento tras las agotadoras jornadas del Saló de este año y, por fin, tengo algo de tiempo para sentarme ante el teclado y compartir impresiones y vivencias con vosotros. Y son bastante positivas, la verdad. Hasta optimistas diría yo.
Vayamos por partes. El miércoles salí del trabajo aquí en Bruselas a eso de las seis menos diez de la tarde, llegué al aeropuerto con el tiempo un poco justo para pillar el avión de las 19:10 hacia Barcelona y por el camino, cual Clark Kent barato, fui cambiando el uniforme. La corbata fue lo primero en caer, y luego le tocó a la chaqueta y la camisa (ya en los lavabos del aeropuerto, que no estaba yo por la labor de crear un escándalo público). Adios a las reuniones de la Comisión, hola al Saló del Cómic.
Aterricé a eso de las 21:10 y estuve esperando unos veinte minutos a que llegase el vuelo de Palma en el que venía mi buen amigo Jaume Vaquer. La espera estuvo amenizada por charlas telefónicas varias con Vicente García, Jorge Iván Argiz... los sospechosos habituales, vamos. Y poco a poco iba notando como la bestia, el friki de mis entrañas, se despertaba. Estaba hambriento, deseoso de probar de nuevo el sabor del papel, la tinta y las viñetas...
Llegada al hotel, primer vistazo a la habitación y a correr ya. A buscar algún sitio en el que cenar con Jaume y Vicente (Jorge y Ángel de la Calle estaban en una cena/reunión con Paco I. Taibo II -director de ese fantástico micromundo que es la Semana Negra, uno de los mejores festivales de este universo y de cualquier otro- y no sé quién más).
Tras una copiosa cena (la primera de muchas...) volvíamos hacia el hotel, donde habíamos quedado con Jorge y Ángel para tomar algo, y se nos acerca corriendo un tipo con pinta de yonki... '¿Tenéis un móvil? Es que están atracando a un tío en el cajero y yo no tengo teléfono para llamar a la poli' Antes de que Vicente o yo pudiéramos abrir el pico Jaume le respondió con un tajante 'No' y le recomendó que se metiese en alguno de los bares que había por la zona si realmente quería llamar. Tras perderlo de vista, Jaume sentencia 'Es que no veáis la cantidad de yonkis que entran en mi farmacia...'. Al llegar a la esquina, al cajero, vemos cómo efectivamente dos putas de un considerable tamaño y pertrechadas con una barra de hierro están dentro atracando a un tío, y nos quedamos contemplando la escena a una distancia prudencial, esperando a que llegue la policía. Bien, aún no había empezado el Saló y ya estábamos viviendo una escena digna de 100 Balas...
Al final llegó la policía y, a pesar de la curiosidad morbosa que sentíamos Vicente y yo, Jaume nos convenció de volver al hotel. Al entrar en el hall vimos a Ángel y Jorge esperándonos y decidimos comprobar la calidad de los licores en el piano bar. Diría que era estándar, pero ya no estoy seguro... A eso de las tres de la mañana, y después de una animada charla en la que empezamos a ponernos al día, decidimos que iba siendo hora de largarse al sobre, que al día siguiente empezaba el Saló de verdad....
13.6.06
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Aclara que a la salida del cajero, el tío se fue con las tías tranquilamente hacia un "club" cercano.
Para mí que era un tío que se quería ir sin pagar "la consumición"...
No lo aclaro, que no vi el final de la secuencia gracias a que 'alguien' prefirió volverse al hotel... nah, que conste que el tipo parecía salir con relativa calma, pero también es verdad que nos fuimos antes de que la poli acabase de solucionar todo el embrollo...
Jo-der...
¡Qué cosas! Y la bebida del piano bar era normal de calidad y altísima de precio, jeje
Jorge
Gracias por aclarar mi memoria... efectivamente, me parecía recordar que era de calidad normal y precio altísimo... parece que esta vez por lo menos no me falló la memoria :D
David
Si solo fuese un gen no pasaría nada. Visto lo visto, creo que somos una panda de mutantes...
Publicar un comentario